Un diagnóstico precoz es igualmente imprescindible para una pronta intervención, evitando así
la posible
comorbilidad y abordar adecuadamente los diferentes problemas que puedan surgir a lo largo de su desarrollo.
La edad para acudir al profesional dependerá de las características de cada caso, aunque cada se dan más sospechas de diagnóstico en la
etapa preescolar, a día de hoy, la mayoría de los casos la edad de comienzo del tratamiento es la
etapa escolar (escuela primaria) ya que nos encontramos con una gran cambio cualitativo y cuantitativo las exigencias del entorno del niño/a, aumentan la demandas sociales y académicas y se requiere de una mayor atención y control sobre sí mismos, lo que produce mayores dificultades y una sintomatología más clara.
Numerosos trastornos o problemas médicos pueden manifestarse por síntomas presentes o nucleares del TDAH lo que dificulta la correcta identificación del trastorno, por lo que es necesario realizar un
diagnóstico diferencial minucioso.
El TDAH se puede confundir con desordenes de la infancia o con
trastornos como ansiedad, depresión, etc., por eso deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social, académica o laboral en el caso de adultos. Los niños en los que se establece el diagnóstico de TDAH han de presentar varios de los signos y síntomas representativos en un grado considerado "perjudicial" y con una frecuencia mucho mayor de lo predecible para su edad y nivel de maduración.
El diagnóstico de este trastorno ha de basarse en una valoración minuciosa para excluir otras posibles causas de las dificultades del niño, lo que incluye información de su familia, de sus profesores y una evaluación por parte de profesionales sanitarios de las diferentes áreas: psiquiatras infantiles, psicólogos infantiles, pediatras, neuropsiquiatras, neuropsicólogos, etc.
La
evaluación de este complejo trastorno debe realizarse desde una perspectiva multiprofesional que aborde tanto la evaluación psicológica, la educativa y médica.