Para empezar, el efecto más inmediato que podemos encontrar al realizar un Ojo de Dios o Mandala es el de la relajación.
Esto ayuda a sortear la parte izquierda de nuestro cerebro (correspondiente a la conciencia) y acceder a la parte derecha (correspondiente a la intuición). De este modo, el niño que utiliza habitualmente esta herramienta desarrolla la capacidad de potenciar su habilidades con este tipo de materiales.
La experiencia nos demuestra que este tipo de trabajos favorece como un proceso gratificante y liberador, y contribuye por tanto a reducir la ansiedad y potencia la paciencia y creación .
AQUÍ UNA EXPERIENCIA DE ESTE TRABAJO:
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