¿Que es el TDAH?

El trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH), es un trastorno crónico de origen neurobiológico que se inicia en la infancia y se caracteriza por dificultades para mantener la atención, hiperactividad o exceso de movimiento e impulsividad o dificultades en el control de los impulsos.

viernes, 28 de febrero de 2014

LA TÉCNICA DE LA TORTUGA PARA EL AUTOCONTROL DE LA HIPERACTIVIDAD




La técnica de la tortuga fue elaborada por Schneider y Robin (1990) para desarrollar en el niño habilidades de autocontrol de las conductas disruptivas y agresivas, como empujar, insultar, poner la zancadilla, dar puñetazos, patadas... Es similar a la técnica de control de la ira de Hugues (1988), pero aplicable a niños más pequeños, pudiendo utilizarse fundamentalmente con niños de Educación Infantil y primer ciclo de Educación Primaria.

TDAH y el rendimiento en las Matemáticas

Detrás un rendimiento académico inferior al que se espera para su edad e inteligencia se encuentran  la mayoría de los niños y niñas diagnosticados de TDAH, explicable  por la propia sintomatología del trastorno.

La hiperactividad, la impulsividad o la dificultad de atención como compañeros de clase no son la mejor compañía para el desarrollo normal del proceso de  aprendizaje. Esto no quiere decir que no tengan la misma capacidad que otro alumno, si bien es cierto que el trastorno se suele ser comorbido a  otras dificultades de aprendizaje, sobre todo ante actividades tales como  lectura, escritura, cálculo y matemáticas, 


El TDAH se diagnosticara si los síntomas no se explican mejor por la presencia de otros trastornos mentales,  en estos trastornos a diferencia del TDAH, los síntomas de desatención tienen típicamente un inicio posterior a los 7 años

Los alumnos afectados de TDAH suelen cometer errores en la lectura cambiando una palabra por otra, cometen más faltas de ortografía y en  las matemáticas un ejemplo de esta impulsividad puede se  por ejemplo, responder que el producto de 3 y 4 es 7.


miércoles, 26 de febrero de 2014

Pautas adecuadas para la planificación del estudio en alumnos con TDAH.


 La tarea de planificar el estudio de los alumnos con TDAH en casa, puede resultar difícil para las familias. Enfrentándose a una serie de dificultades generales que hacen de la tarea de estudiar un proceso tortuoso.
Pautas adecuadas para la planificación del estudio en alumnos con TDAH.Alumnos que pasan horas estudiando y el rendimiento no es el esperado en relación con las horas dedicadas.
Alumnos a los que les cuesta empezar a estudiar o que se cansan rápidamente, etc.
Por ello, cuando una familia hace frente a estas dificultades y se propone organizar las sesiones de estudio de los hijos, debe tener en cuenta una serie de pautas y aspectos concretos para que esta tarea tenga el rendimiento esperado. También es muy importante dotar al niño de un papel importante en esta realización, puesto que es él el que va a llevar a cabo ese horario, y debe participar en su elaboración, teniendo en cuenta sus opiniones y sugerencias al respecto de su elaboración.
Son numerosas las ventajas que ofrece una buena planificación, entre las que encontramos:
  • Ahorro de tiempo.
  • Creación de hábitos y estrategias referidos al orden y a la organización.
  • Organización racional de las actividades diarias.
  • Distribución adecuada de todas las materias a estudiar.
  • Evitar el "a última hora" y las consecuencias negativas que acarrea.
  • Obliga a un trabajo diario.
  • Evita vacilaciones sobre lo que se debe hacer.
  • Evita la improvisación a la hora de estudiar.
  • Economiza el esfuerzo, optimiza el tiempo y los recursos.
Da seguridad y eleva el autoconcepto, los pequeños éxitos refuerzan la conducta en las actividades posteriores.
En el comienzo de la planificación, las familias, deberán analizar cual es la realidad del niño, ya que la planificación debe responder a las necesidades y a las características de cada alumno particular. De esta manera deberán valorar cuáles son las actividades que realiza el alumno a lo largo del día, para planificar el estudio en consecuencia, ya que si se dispone de una buena organización, habrá tiempo para realizar todo lo que se propongan: actividades extraescolares, estudio, tiempo libre,etc.
Una de las principales dudas que presentan las familias se refiere al tiempo de estudio que deben dedicar los alumnos en casa. Para los alumnos de educación primaria, 2 horas de dedicación son suficientes, y en el caso de educación secundaria estaríamos hablando de unas 3 horas diarias. Nunca debemos perder de vista que el tiempo de estudio debe de ser flexible, pero sin que tenga grandes variaciones, puesto que nos proponemos crear unos hábitos de estudio, para lo que es necesario una práctica regular y diría del estudio.
Estas horas de las que estamos hablando se refieren al tiempo que los alumnos dedican a estudiar y a realizar tareas escolares en casa.
  • Revisar apuntes.
  • Llevar al día la materia de estudio.
  • Hacer las actividades.
  • Repasar.
  • Ojear los temas que se explicarán en el futuro.
  • Realización de trabajos, etc.
Cuando nos planteamos planificar una sesión de estudio, debemos tener presente la importancia de empezar todos los días a una hora regular, que sea la misma y en un horario continuo. Esto último es muy importante ya que si dividimos el tiempo de estudio en dos veces, tarde y noche por ejemplo, al alumno con TDAH le costará mucho más mantener la concentración y la atención en dos sesiones diferentes, al igual que perderá tiempo en la organización de los materiales, en la preparación,etc.
Será de vital importancia introducir descansos en las sesiones de estudio. No deberán sobrepasar los 15 ó 20 minutos, ya que si lo hacemos, el alumno perderá toda la concentración y nos costará mucho más motivarlo para retomar la tarea de estudiar.
La forma ideal de planificarlo será tomando la primera hora de estudio, y dedicar 55 minutos al estudio, y 5 al descanso. En las horas sucesivas (hasta 2 en primaria y hasta 3 en secundaria) iremos restando 5 minutos del estudio y dedicándoselos al descanso. De esta manera iremos avanzando el tiempo de relax de manera progresiva a la vez que el alumno va estando más cansado.
A la hora de establecer la secuenciación de las actividades, es conveniente programar en primer lugar las actividades de dificultad media, para que el alumno las enfrente con energía. Seguiremos con las de dificultad elevada. En este punto muchos padres pueden preguntarse por qué no comenzar por estas, ya que requieren de más esfuerzo por parte de los alumnos. Debemos pensar que si al comenzar a estudiar, lo hacen por tareas en las que tienen más problemas, pueden experimentar frustración y agobio y renunciar a la tarea. Terminaremos las sesiones diarias con las tareas que resulten más sencillas para ellos, para acabar con un buen nivel de satisfacción.
Una vez que tenemos clara la planificación diaria, podremos afrontar la semanal. Para esta organización en concreto, debemos contar con las asignaturas que tienen diariamente según el horario de clases, para indicar el tiempo que se va a brindar cada día a cada asignatura y el tiempo para tareas o estudio.
No debemos olvidar la diferencia entre el tiempo dedicado a la realización de tareas o trabajos, y el dedicado al estudio propiamente. Recordamos que el estudio consta de:
  • Leer, comprender y memorizar el contenido de los temas correspondientes.
  • Subrayar y elaborar un esquema o un resumen.
  • Volver a hacer los ejercicios o preguntas resueltos en el cuaderno, para comprobar que se comprende y recuerda la información.
  • Completar las notas tomadas en clase con información del libro o de otras fuentes de consulta, tratando de responder a preguntas que él se plantee y que podría formular el profesor en un examen, etc.
"Para evitar los problemas más comunes en la administración del tiempo, el objetivo es fijarse un programa de estudio" (Brown, 1985)

¿Cómo deben afrontar los exámenes los niños con hiperactividad?


 tdah_examen.jpg

Todos nosotros, niños y adultos, hemos experimentado alguna vez ansiedad antes de un examen. De hecho, una pequeña dosis de ansiedad puede ser positiva, ya que puede mantenerte centrado en la tarea y concentrado. Pero, cuando los síntomas son tan intensos que no te permiten funcionar o cuando estás tan ansioso que te encuentras realmente mal, lo más probable es que no puedas dar lo máximo de ti mismo. Los exámenes miden en qué medida los alumnos están aprendiendo las habilidades y la información que les enseñan los profesores. 

                                                                       La mayoría de los padres de niños con hiperactividad se desesperan porque no ven que exista relación entre el tiempo que dedican sus hijos a estudiar, lo aparentemente bien que llevan preparadas las materias y los resultados de los exámenes (en la mayoría de las ocasiones pobres para lo que estudió o, incluso, insuficientes). Estos resultados no sólo afectan a las familias, sino de manera esencial a los niños, que cada vez sienten menor control sobre su rendimiento académico, muestran más baja autoestima y, con el tiempo, menor tolerancia a hacer esfuerzos al estudiar. Pueden existir muchas razones por las que no haya una correlación lógica entre esfuerzo, estudio y resultados en los exámenes:
1.- Pensamientos negativos: los pensamientos negativos que los niños hiperactivos pueden tener a la hora de realizar un examen, asociados al miedo al fracaso o a la presión que siente el niño en su entorno por aprobar las diferentes asignaturas pueden producirle una sintomatología reactiva de ansiedad que provoca la liberación de adrenalina, una hormona que prepara al cuerpo para reaccionar ante el peligro y provoca los siguientes síntomas corporales:  dolor de cabeza, dolor de estómago, musculatura tensa, temblor de manos, sudoración, aceleración de la respiración y del pulso cardíaco. Ésta es un tipo de ansiedad de ejecución, experimentada en situaciones donde  importa mucho el rendimiento o la correcta ejecución de una tarea, existiendo una gran presión por hacer las cosas bien. Si tenemos demasiados pensamientos como éstos, no nos quedará espacio en la mente para concentrarnos en las preguntas del examen.
2.- Falta de tiempo para terminar el examen: debido a las características cognitivas de los niños hiperactivos (procesamiento lento) es muy frecuente que la mayoría de ellos encuentren dificultad a la hora de realizar los exámenes dentro del tiempo estimado, dejando preguntas sin hacer.
3.- Errores por falta de atención: dejar preguntas sin realizar por descuido, confundir un autor, olvidarse las que se lleva en matemáticas o no ver que el examen continuaba por detrás son errores comunes por falta de atención.
4.- Suspensos por la pérdida de puntos debido a la ortografíaLos niños hiperactivos tienen debido a sus características motrices (déficit en motricidad fina) mala ortografía influyendo este aspecto en la comprensión de sus escritos y en sus resultados académicos.
5.- Dificultad para volcar lo que saben, de forma completa, organizada y por escrito: La mayoría de los niños con hiperactividad son cognitivamente impulsivos, abordan las tareas con "el pronto", o vuelcan la información de forma incompleta y desorganizada. Por tanto, preguntarles oralmente la lección, aunque serían muy capaces de superar sin problemas un examen oral, no es suficiente. Necesitan entrenarse en realizar exámenes escritos.
Estrategias para afrontar los exámenes con éxito 
1.- Hacerles ver que deben pedir ayuda: Explícale a tu hijo/a que el mero hecho de hablar con alguien (madre, padre, profesor, psicólogo escolar, etc.) sobre su ansiedad ante los exámenes puede ayudarle a sentirse mejor. Es deseable que nos describan qué les  ocurre cuando se enfrentan a un examen para que podamos ayudarles a encontrar algunas soluciones. Por ejemplo, podemos ayudarles a aprender técnicas de estudio que aumenten su confianza, así como realizar algunas técnicas de relajación. 
2.- Hacer que se prepare bien para el examen: es importante que adopte un enfoque activo, que el estrés previo le recuerde que debe prepararse bien el examen con antelación. Que sea consciente de que debe prestar atención en clase, hacer los deberes, estudiar para el examen. Si lo hace, será más probable que el día del examen tenga la sensación de que domina la materia. Algunos niños creen que lo único que necesitan para aprenderse la materia y hacer bien los exámenes es asistir a clase. Pero para aprenderse una materia hace falta mucho más que intentar absorber toda la información en clase. Por eso son tan importantes los buenos hábitos de estudio y las buenas técnicas de estudio. Muchos niños comprueban que su a ansiedad ante los exámenes disminuye cuando empiezan a estudiar mejor o más regularmente. Cuanto mejor se sepa la materia, más seguro se sentirá y esperará hacerlo mejor. Para practicar, realizamos con ellos el siguiente entrenamiento: 
  • Realizamos en casa un examen por escrito (no muy largo) en las mismas condiciones de tiempo y de aislamiento que en un examen normal, haciéndoles que desarrollen las preguntas como mejor sepan.
  • Una vez finalizado, hacemos que observen lo que han contestado, qué información no sabían y cuál han olvidado. Para solucionar este aspecto es importante estructurar el conocimiento en un esquema que les permita recordar en el examen de cuántas cosas deben hablar y el orden en el que deben exponerlas.
  • Por último, hacemos que redacten las preguntas correctamente y guarden los esquemas realizados, que les servirá de repaso de cara al próximo examen. 
3.- Hacerles entender que deben esperar lo mejor: Una vez se hayan preparado para el examen, debemos enseñarles a pensar en positivo. Que se digan a sí mismos: "He estudiado y estoy preparado para dar lo máximo de mí mismo/a". Si esperan hacerlo bien, estarán más relajados mientras hacen el examen después de los primeros momentos de nerviosismo. 
4.- Ayudarles a controlar los pensamientos: Es importante hacer que se fijen en cualquier mensaje negativo que se puedan estar enviando a sí mismos, ya que ese tipo de mensajes pueden contribuir a su ansiedad. Si se dan cuenta de que están teniendo pensamientos negativos ("No se me dan bien los exámenes" o "Si suspendo este examen, lo tengo fatal"), les enseñaremos a sustituirlos por pensamientos positivos, por mensajes prácticos y verdaderos, como: "He estudiado y me sé la materia, de modo que estoy preparado para hacerlo lo mejor que puedo". 
5.- Ayudarles a aceptar los errores: todo el mundo se equivoca. Debemos ayudarles a ser más condescendientes con sus propios errores, sobre todo si se han preparado para el examen y para rendir al máximo. Debemos hacerles entender que el error forma parte del aprendizaje, los errores son "oportunidades de aprendizaje". Aprender a tolerar los errores sin importancia (como el problema que hizo mal en el examen sorpresa de matemáticas) es una facultad muy valiosa. 
6.- Enseñarles a respirar mejor: los ejercicios de respiración pueden ayudarle a calmarse en los exámenes, sobre todo si se trata de una respiración profunda (llamada respiración diafragmática).Así es como deben respirar: inhalar (inspirar) lenta y profundamente cogiendo aire por la nariz, y después exhalar (espirar) soltando lentamente el aire por la boca. Realizarlo cuatro veces seguidas. Si practican un poco, varias veces, tal vez les resulte más fácil respirar la próxima vez que hagan un examen y su cuerpo aprenderá a ver esos ejercicios como una señal para relajarse. 
7.- Recordarles que hay que cuidarse: Rendirán mejor si dedican suficiente tiempo a jugar, duermen lo suficiente y se alimentan bien. Esto es importante todos los días, pero debemos asegurarnos sobre todo de que lo cumplan el día antes del examen. 

Bibliografía y Webgrafía
http://kidshealth.org (Hospital San Joan De Déu-Barcelona).
Martínez Martín, M.A. y col. "Todo sobre el TDAH. Guía para la vida diaria". Edit Altaria (2013).

TDAH: El Tratamiento Psicopedagógico


 TRABAJO_MULTIDISCIPLINAR-1.jpgEl tratamiento del Trastorno por déficit de atención e Hiperactividad (TDAH) debe plantearse desde un enfoque multidisciplinar y multimodal. Debido al impacto que tiene el trastorno sobre las diferentes áreas de la vida del afectado, es necesario atender e intervenir sobre los aspectos cognitivos, conductuales, educativos, afectivos, familiares y sociales con el objetivo de mejorar los síntomas nucleares de la enfermedad (hiperactividad, impulsividad y déficit de atención),reducir la aparición de problemas asociados al TDAH, reducir el impacto del trastorno en el entorno del afectado (familia, escuela, entorno social, plano personal) y adquirir las competencias básicas para un funcionamiento global óptimo, mejorando la calidad de vida de la persona con TDAH y su familia.
El desarrollo de una formación eficaz y una intervención temprana reducirán considerablemente el riesgo de padecer algún otro trastorno comórbido que habitualmente acompaña al TDAH.
Dentro del ámbito educativo, los niños con TDAH no están abocados necesariamente al fracaso escolar, aunque lo cierto es que a medida que se acercan a la Educación Secundaria aumenta el riesgo de que muestren un rendimiento insatisfactorio (que consigan aprobar, pero con un rendimiento por debajo de lo esperado para su capacidad intelectual o para las horas de dedicación y esfuerzo) o un rendimiento insuficiente (que provoque incluso que suspendan asignaturas). Este bajo rendimiento académico que presentan los niños con TDAH es debido, en parte, a las propias dificultades organizativas, de planificación, priorización, atención y precipitación de la respuesta que obedecen a las alteraciones de las funciones ejecutivas, aunque también pueden influir otros aspectos conductuales, afectivos, familiares y sociales.
Las dificultades que este alumnado puede encontrar depende de factores como el nivel o curso académico, tipo de materia, las habilidades personales, el entrenamiento recibido hasta el momento, la posibilidad de recibir apoyo extra, la exigencia del profesor o la sobrecarga de deberes.  La adaptación de estos niños al entorno depende de la estimulación y la educación que cada individuo recibe.  En este sentido, la familia y la escuela son responsables de que los niños tengan estrategias cada vez más reflexivas para afrontar y resolver problemas cognitivos, académicos pero también sociales, y que aprendan a inhibir sus impulsos en situaciones de conflicto, así como a demorar las gratificaciones y a tolerar frustraciones. Los niños con TDAH requieren una formación más sistemática e intensiva en estos aspectos que sus compañeros y su evolución estará en función de la exigencia del entorno, la estimulación recibida y la educación.
Dentro de este enfoque multimodal, el Tratamiento Psicopedagógico tiene como objetivo favorecer la adaptación académica del afectado de TDAH a través de un programa individual diseñado por un especialista o grupo de especialistas en función de las características sintomatológicas y las circunstancias que rodeen al caso. En el centro educativo existen una serie de profesionales que de manera coordinada hacen frente a la respuesta educativa del niño: el profesor-tutor, los profesores especialistas (de Pedagogía Terapéutica y de Audición y Lenguaje) y el Psicopedagogo, Pedagogo o Psicólogo educativo, para abordar de manera coordinada los problemas de aprendizaje, conductuales y sociales que presenta el niño con TDAH, así como para establecer una relación coordinada con los padres y llevar a cabo un seguimiento a través de una relación familia-centro. Respecto a las familias, recibir el diagnóstico de un hijo con TDAH supone para cualquier padre o madre tomar conciencia de que su papel como educador se intensificará y prolongará en el tiempo más que con cualquiera de sus otros hijos. Organizarse, saber delegar en los profesionales adecuados, coordinar esfuerzos y mantener una buena relación con el profesorado son aspectos clave para sobrevivir a los años de escolaridad y prevenir el fracaso escolar.
Dicho programa deberá de implicar, además de a la familia, a la mayor parte del cuadro docente (en especial al profesorado que están en contacto con el alumno) para facilitar su eficacia. Así mismo, es recomendable que los docentes reciban formación que les capacite para la detección de señales de alerta del TDAH, y para el manejo del TDAH en niños y adolescentes en la escuela. La formación del profesorado permite que éstos reciban psicoeducación sobre el trastorno, modifiquen pensamientos y opiniones en cuanto al alumnado con TDAH, se entrenen en pautas de conducta y se capaciten para la detección de señales de alerta del TDAH, favoreciendo así la detección precoz.
Una buena intervención psicopedagógica por parte del centro escolar y las familias permitirá llevar a cabo cambios positivos en los siguientes ámbitos:
Mejora de síntomas nucleares de TDAH: Mejora y control de los síntomas asociados al TDAH. Pautas y estrategias en el aula en función de los síntomas.
  • Atención,
  • Impulsividad,
  • Hiperactividad.
Capacidad Cognitiva: Entrenamiento y uso de técnicas que favorezcan el desarrollo de diferentes áreas cognitivas.
  • Pensamiento
  • Lenguaje
  • Memoria
  • Percepción
  • Flexibilidad cognitiva
Aspectos Conductuales: Conocimiento y uso de técnicas que favorezcan la adaptación conductual del alumnado.
  • Técnicas de modificación de conducta en el aula.
  • Técnicas cognitivo-conductuales.
Aspectos Educativos: Mejora de las competencias y habilidades académicas.
  • Pautas y estrategias en el aula.
  • Medidas a nivel de centro y adaptaciones curriculares.
  • Dificultades de aprendizaje: lectura, escritura y cálculo.
  • Formación y entrenamiento docente.
  • Técnicas de estudio.
  • Orientación escolar y expectativas educativas.
Aspectos afectivos: Seguimiento y cuidado de aspectos emocionales del alumno.
Aspectos familiares: Establecimiento y seguimiento de las relaciones familia-centro
  • El papel co-terapeuta de las familias.
  • Intervención familiar.
  • Comunicación familia-centro.
Aspectos sociales: La adquisición y mantenimiento de las habilidades sociales como factor de adaptación social y escolar.
  • Socialización y competencia social.
  • Habilidades básicas.
  • Resolución de conflictos.
  
BIBLIOGRAFÍA
Grau Sevilla MD y García Garrido JV. Atención psicopedagógica y familiar en el Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad. En: AEPaped. Curso de Actualización Pediatría 2004. Madrid: Exlibris Ediciones, 2004: p. 153-161.
Orjales Villar, I. "TDAH. Elegir colegio, afrontar deberes y prevenir el fracaso escolar". Ed. Pirámide (2012).

jueves, 20 de febrero de 2014

Diferencias y similitudes entre TDAH y Síndrome de Asperger


asperger_TDAH.jpgSi bien el TDAH y  el Síndrome de Asperger son entidades independientes, ambas condiciones tienden a presentarse asociadas con una frecuencia significativamente alta (Gillberg y Ehlers, 1998). Así no es extraño encontrar una alta proporción de niños con el Síndrome de Asperger que también presentan TDAH.
Los dos trastornos comparten algunos síntomas hasta el punto de que algunos niños con el Síndrome de Asperger son inicialmente diagnosticados con TDAH. Dada la significativa interrelación entre ambos trastornos, es crucial en todos los casos clínicos que el proceso de diagnóstico diferencial sea llevado a cabo de una forma precisa. Los casos fronterizos entre TDAH y síndrome de Asperger, pueden presentar serias dificultades para orientar la intervención y sobre todo para matizar la información que van a recibir la familia y los educadores.
Para el Doctor, Julián Vaquerizo, Jefe de Neuropediatría del Hospital Infanta Cristina de Badajoz, los pacientes que sufren asperger son personas muy inteligentes pero generalmente no tiene habilidades sociales, poseen una obsesión por algún tema en particular, rutinas muy marcadas y sobre todo carecen de empatía o capacidad para interpretar el lenguaje no verbal.
En opinión del Dr. Vaquerizo muchos niños con TDAH tienen rasgos clínicos de asperger. Los síntomas son principalmente complicaciones en la interacción social (empatía, relaciones con otros niños) y en la comunicación (pobreza de imaginación, fallos en la comunicación no verbal y carencia de conversación).
Los especialistas indican que la problemática para diferenciar un TDAH y el síndrome de Asperger surge en los primeros años cuando el niño muestra una dificultad para interpretar los sentimientos de los demás y, a veces padece cierto problema para centrar su atención o muestra una conducta hiperactivo-impulsiva. 
Especialmente durante la etapa prescolar muchos niños de cualquiera de las patologías nombradas anteriormente pueden tener un desarrollo casi idéntico. Según los especialistas, son niños que les cuesta interrelacionarse con otros niños. Le resulta difícil recortar y colorear. No utiliza rutinas sociales como "hola" y "adiós" y suelen tener muchas rabietas.
"Al mismo tiempo estos pequeños destacan en algunas disciplinas. Suelen ser muy buenos con los puzzles y juegos de construcción. No suelen pedir ayuda, no les gusta el colegio porque sufren rechazo y son excelentes para la música", afirma el Dr. Vaquerizo
El niño hiperactivo presenta un temperamento difícil y un nivel de inatención general e impulsividad elevada al principio de la infancia. También muestra un interés activo en el juego con otros niños, aunque a menudo tienen problemas en la interacción social.
Estas dificultades sociales son secundarias al patrón de inatención y consecuencia de una falta de internalización de las reglas necesarias para la autorregulación de la conducta.
En cambio, el niño con el Síndrome de Asperger a menudo presenta problemas de atención selectiva mostrando una capacidad adecuada para concentrarse en las actividades de su interés. Su incapacidad para interactuar de forma recíproca viene acompañada de una dificultad para entender y utilizar las pautas de comunicación no verbal.
Además, la capacidad del niño con el Síndrome de Asperger para participar en el juego social y cooperativo está poco desarrollada. A diferencia del niño hiperactivo, que tiene dificultades en el juego por la falta de atención sostenida y la impulsividad, el niño con el Síndrome de Asperger tiene poca habilidad creativa y rigidez y/o falta de interés en la experiencia social del juego.
El curso de desarrollo de ambos trastornos sigue caminos divergentes. Así, y durante la segunda etapa de la infancia, el niño hiperactivo continúa experimentando problemas severos de atención, los cuales suelen afectar su rendimiento escolar de forma significativa.
Sin embargo, durante la infancia, el niño con el Síndrome de Asperger muestra la capacidad generalmente adecuada para el aprendizaje independiente. Pero, a medida que el niño se acerca a la adolescencia, el déficit social se manifiesta de una forma más marcada y el patrón restringido de intereses se intensifica.
En la etapa adulta, el trastorno de la interacción social persiste, lo que conduce a una alta proporción de adultos a experimentar dificultades importantes para iniciar y mantener relaciones sociales.
Respecto al lenguaje, el niño con TDAH  interrumpe las preguntas, mientras que el niño con  síndrome de asperger no las entiende.
En relación a la atención, el niño con TDAH presenta una atención dispersa y no puede detenerse ante los estímulos, no filtra los mismos. El niño con síndrome de asperger, su atención es deficiente, no le  interesa.
A nivel social el niño con TDAH se acerca a los otros niños, quiere relacionarse aunque luego pueda ser rechazado. En el trastorno  de asperger no siempre le interesa, no se acerca; por tanto se relaciona poco.
Las respuestas de ambos trastornos a diferentes tratamientos son también opuestos. Así mientras que los síntomas primarios del TDAH responden con éxito al tratamiento farmacológico, no existe un tratamiento específico capaz de erradicar la alteración en el desarrollo social del niño con Síndrome de Asperger.
Aunque según el Doctor Julián Vaquerizo estos niños muchas veces presentan síntomas comunes, como la inhibición social. Por esa razón, en determinados casos el metilfenidato es el medicamento ideal para el síndrome de Asperger ya que ayuda a eliminar indicios de inhibición social que sufren algunos de estos pacientes.
Resumimos en una tabla las diferencias entre Asperger y TDAH

Asperger
TDAH
El comportamiento errático ocurre todos los días
El comportamiento errático es respuesta a otros factores y eventos desencadenantes
Tienen afectadas sus habilidades de comunicación y lenguaje. No pueden captar señales sociales o expresiones faciales.
Interactúa con otros, pero tiene problemas para esperar su turno y puede interrumpir a los demás en la conversación.
Las conductas repetitivas son comunes.
Las conductas repetitivas no siempre se producen.
Toman un obsesivo interés en un solo tema y puede molestarse con algún cambio en la rutina.
Siempre se comporta de manera imprevista e impredecible.
Puede permanecer sentado por varios períodos de tiempo si está interesado en algo.
Tiene problemas para centralizarse en una actividad, sin importar cuán interesado esté en ella.
Puede experimentar retrasos en el desarrollo de las habilidades motoras gruesas o finas.
El desarrollo de las habilidades motoras del niño con el correr del tiempo se desarrollan

Bibliografía:
R. Caballero Andaluz. Prof. Titular de Psiquiatría Infantil. Universidad de Sevilla. "Comorbilidad y diagnóstico diferencial en el Sindrome de Asperger"
J. Artigas-Pallares, K. Gacria Nonell. E. Rigau Ratera. Unidad de Neuropediatría del Hospital de Sabadell. "Comorbilidad en el TDAH

La importancia de las emociones en el aprendizaje y su relación con el TDAH


La importancia de las emociones en el aprendizaje y su relación con el TDAHLa Neuroeducación es una nueva disciplina en la que confluyen los conocimientos generados por la neurociencia, la educación y la psicología que nos pueden aportar información significativa sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje.
La neuroeducación aprovecha los conocimientos sobre cómo funciona el cerebro integrado con la psicología, la sociología y la medicina, en un intento de mejorar y potenciar tanto los procesos de aprendizaje de los estudiantes, como los de enseñanza por parte de los profesores.
La Neuroeducación se basa en el principio de que la emoción y la cognición son procesos que van unidos y que se interrelacionan entre sí para dar como resultado final la conducta del sujeto.
Cuando un sujeto se encuentra en un entorno estimular, toda información es sensorial, y es procesada por el sistema límbico o cerebro emocional, antes de ser procesada por la corteza cerebral en sus áreas de asociación y frontal, (procesos mentales, cognitivos, estratégicos). Esto hace que los pensamientos y las funciones cognitivas e intelectuales (ideas, pensamientos, atención, memoria, planificación, dirección de la conducta) estén "contaminadas" por las emociones (recuerdos, miedos, deseos, intereses).
De modo que el procesamiento cognitivo, por el que se crea el pensamiento, ya se hace con esos elementos básicos (los abstractos) que poseen un significado, de placer o dolor, de bueno o de malo, de atracción o rechazo. De ahí lo intrínseco de la emoción en todo proceso racional, lo que implica aprender.
Esto define la condición de los humanos, como seres emocionales primordialmente y en un segundo término seres racionales.
Las actuaciones que entendemos como racionales o planificadas dependen de la contaminación emocional del sujeto (vivencias anteriores, situaciones traumáticas o placenteras, satisfacción personal o angustia) y del entorno socio-emocional donde se desenvuelve el sujeto, es decir, la respuesta emocional. Todo esto determina nuestros procesos cognitivos y de aprendizaje.
El Aprendizaje significativo
En el proceso de aprendizaje de un sujeto, lo que abre la puerta a aprender es la emoción. Esta despierta en laspersonas, la curiosidad, el interés y por tanto el foco de la atención.
La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o castigo (peligro) y que por tanto tiene que ver, lo digo una vez más, con la supervivencia del individuo.
Atendemos a aquello que nos interesa porque nos proporciona una recompensa positiva o porque nos evita una recompensa negativa. Aquello que no resulta significativo para nosotros, no suscita nuestra atención.
Las recompensas positivas en el caso de los niños dependen por supuesto de la edad y el contexto. Lo que es significativo y atractivo para un niño de preescolar, no lo es para uno de primaria o secundaria. Esto implica que la significación del aprendizaje varía en función de la persona que tenemos delante por aprender o por enseñar. Esto hace del proceso del aprendizaje algo personal e intrínseco a la emoción y características del sujeto.
En el caso de los alumnos con Trastorno por déficit de atención e Hiperactividad (TDAH) esto tiene una significación mayor, ya que sus mecanismos de recompensa se ven alterados por la propia presencia del trastorno, impidiendo aún más la focalización de la atención sobre el estímulo.
El esfuerzo atencional en el TDAH está directamente relacionado con el interés o motivación que suscita una tarea, estimulo, o persona. Esto explica como los alumnos con TDAH obtienen mejores resultados, aprenden de forma más óptima los contenidos, obtienen mejores puntuaciones y calificativos más positivos de aquellos profesores con los que empatizan, tienen en consideración sus necesidades les brindan apoyo, o les refuerzan y animan el trabajo y el esfuerzo.
Y en cambio tienen peores resultados en aquellas áreas o asignaturas donde no se estimula tanto la emoción y el autorrefuerzo, el apoyo, la presentación de los contenidos es monótona y lineal, no se integra con aprendizajes o experiencias relacionadas y el alumno no toma un papel activo en el proceso de aprendizaje.
Los niños y adolescentes atienden, aprenden y memorizan más y mejor aquellas cosas que les han resultado interesantes, que les ha llevado a recordar cosas personales, donde se han sentido identificados, que les ha suscitado un emoción positiva o negativa, es decir, aquellos aprendizajes obtenidos o vividos desde su propia experiencia.

BIBLIOGRAFÍA
Mora, F. (2013). Neuroeducación. Ed. Alianza Editorial.
Arroyo, C. (2013). Ayuda al Estudiante
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Trabajar la lógica Matemática con niños con TDAH: Los Triángulos Mágicos.


Los niños con hiperactividad presentan grandes dificultades para el desarrollo del área científico-tecnológica, debido a la incapacidad para el procesamiento global de la información, el estilo de aprendizaje impulsivo o la falta de reflexibilidad.
Concretamente, las dificultades en matemáticas se multiplican ya que están afectados aspectos involucrados en la resolución de problemas como la impulsividad o la falta de autoinstrucciones.
Por término general, el rendimiento en matemáticas es significativamente inferior al esperado por su edad y por debajo de su nivel de funcionamiento intelectual.
Un problema común en los niños con TDAH reside en el razonamiento lógico y los errores de cálculo que normalmente se deben a distracciones o fallos en el proceso de secuenciación.
Basándonos en la experiencia, al haber realizado en el aula trabajos para mejorar la lógica, hemos constatado el trabajo de la atención y la concentración, como aspectos transversales a combinar con la lógica.
La tarea consiste en la realización de "triángulos mágicos". En ellos hay que colocar una serie de números, del 1 al 6, sin repetir ninguno y teniendo como objetivo alcanzar el resultado establecido de antemano en el centro de dicho triángulo, a través de la suma de los circulos de cada lado. 
En la imagen tenemos un ejemplo de triangulo mágico ya resuelto:
Trabajar la lógica Matemática con niños con TDAH: Los Triángulos Mágicos.
Debemos tener en cuenta que es un reto personal para los niños, en el que ellos mismos deben dirigirse con autoinstrucciones en la realización del mismo, puesto que pueden corregir el trabajo realizado inmediatamente y reflexionar sobre los errores que han cometido en el caso de no alcanzar el resultado previsto.
Es una actividad que puede trabajarse de los 6 a los 18 años, puesto que durante toda la escolarización de los niños es un buen momento para la aplicación de estrategias de mejora de la lógica.
Con ella, además de trabajar la lógica matemática y la resolución de problemas, intervendremos sobre:
  • Autoinstrucciones para automatizar el proceso de repaso y revisión de la tarea realizada.
  • La comprobación inmediata de su trabajo.
  • La impulsividad.
  • La reflexión.
  • La concentración
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domingo, 16 de febrero de 2014

La necesidad de hábitos y rutinas en niños hiperactivos


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La finalidad de una rutina o estructura es garantizar un buen equilibrio entre actividad y descanso, entre estimulación física y mental, y entre actividades que permiten al niño desarrollarse como individuo y las que le enseñan aptitudes sociales y de convivencia con sus semejantes.
Cuando hablamos de hábitos y rutinas hablamos de automatización de conductas; los niños conTDAH tienen muchísima dificultad para automatizar conductas y esto tiene que ver con el retraso en el desarrollo del lenguaje interno.

El lenguaje interno es la guía interna que regula la conducta humana y que nos permite, entre otras cosas, poder realizar tareas complejas que requieren varios pasos. La automatización de conductas nos permite realizar dichas tareas con un alto grado de eficacia y un mínimo "desgaste". Cuando llevamos un tiempo realizando un mismo hábito o actividad cotidiana, llegamos a automatizarla por la repetición ordenada de esa cadena de conductas y ya no ocupa espacio en nuestra mente, de tal manera que mientras realizamos una actividad somos capaces de realizar otra de manera simultánea. Pero, ¿qué ocurriría si nos fallara la guía interna y cada vez que debiéramos hacer una actividad no nos acordáramos de lo que tenemos que hacer o el orden en el que hay que hacerlo?. En el caso de los niños hiperactivos el déficit en el funcionamiento ejecutivo del cerebro hace que las situaciones cotidianas que se les plantean todas las mañanas antes de ir al colegio o el participar de las tareas de la casa en familia, se conviertan en una situación altamente compleja. Es por ello que para facilitar rutinas, hábitos, organización, planificación, memoria y gestión del tiempo es importante "externalizar información", por medio de: carteles, tablón de anuncios, reloj, calendario, agenda, alarma, notas, etc.
El hábito en casa
La forma en que estructuramos el tiempo y el espacio es mucho más importante de lo que creemos. El hogar es el entorno más inmediato del niño y a través de las actividades que realiza en él, de los objetos que maneja y de las personas con las que convive el niño estructura su mente, empieza a tener nociones sobre el tiempo y sobre las cosas, ayudándole a tener un entorno estructurado y predecible.
El horario es imprescindible a la hora de educar. Cuando las actividades se repiten día tras día, el niño entiende que hay una secuencia lógica y aprende a anticipar qué actividad viene después y a prepararse para llevarla a cabo. Lo normal es que un niño que sabe lo que viene después no tenga demasiados problemas en cambiar de actividad. Sabe que después de cenar se irá a la cama y lo vive con naturalidad porque así ha sido desde que ha nacido. Por eso, cuando no existe un horario fijo y cada día se actúa de una manera diferente, los niños no poseen ese referente que les permite anticipar lo que viene después. En esos casos es normal que surja el conflicto, pues los niños dependen de la voluntad cambiante del adulto y no de una estructura clara a la que habituarse. No haber tenido un horario hasta el momento puede deberse a múltiples causas, pero eso no significa que no estemos a tiempo de intentarlo en la actualidad. Los niños, sobre todo si son pequeños, se adaptan fácilmente a los cambios, sobre todo si contribuyen a que se sientan mejor. Algo parecido sucede con el orden. Al niño, por ejemplo, le resulta mucho más fácil irse a dormir si lo hace siempre en el mismo sitio y con unas condiciones ambientales similares. Tener su cama, su mesa de estudio, etc., le ayudan a sentirse seguro. Si las rutinas son algo habitual en su vida, surgen menos dificultades. Pero si todo está tirado, si nunca encuentras nada, si pierdes cantidad de tiempo buscando las cosas..., te sentirás fatal y el niño se encontrará totalmente desconcertado. Con estos referentes es como si estuviéramos amueblando su mente, poniendo las estructuras básicas a partir de las cuales se puede sentir seguro e ir afrontando nuevas situaciones con confianza.
La importancia de las rutinas
Un buen comienzo para conseguir que nuestro hijo asuma responsabilidades y no proteste por todo es organizar el tiempo, es decir, hacer un horario que recoja cómo está organizada nuestra vida familiar. Este horario no puede ser común para todas las familias pues las circunstancias son muy diferentes como también lo son las preferencias. A lo largo del día deben quedar recogidos los tiempos para comer, para dormir, para estudiar y para asearse como hábitos básicos en el desarrollo del niño. Pero también son importantes otros tiempos dedicados al juego, a las relaciones con los demás, al deporte, etcétera. El tiempo se aprovecha más y mejor cuando uno está organizado. En ese horario también puede quedar recogido, siempre que sea posible, un reparto de responsabilidades. Mientras uno de los padres prepara la cena, el otro puede bañar al niño. Cuando tenemos varios hijos, podemos alternarnos con nuestra pareja para que cada uno se ocupe de un niño en los momentos de aseo o de ir a la cama. En estos casos es importante que se respeten las mismas rutinas y consignas. Si tu pareja permite que vuestro hijo mayor se enjabone la cabeza él solo, hazlo tú también de esta manera. El niño sabe que está con vosotros, pero que las cosas se hacen independientemente de si está con su padre o con su madre, y eso favorecerá enormemente la autonomía y la consolidación de cualquier norma.
Esta organización, costosa cuando nunca la hemos puesto en práctica, nos permite sentir que controlamos el tiempo, aunque estemos continuamente ocupados. Lo más probable es que ellos protesten menos con una buena organización y eso relaja a cualquiera. Algunas consideraciones sobre los horarios:
  • Cuida especialmente los momentos de alimentación y descanso. Cuando un niño ha comido y dormido bien, está mucho más tranquilo y feliz.
  • El horario debe cubrir principalmente las necesidades de los niños y no supeditarse a las del adulto. Si tu hijo necesita dormir diez horas, debes asegurarte de que se acuesta a la hora que le permite descansar ese tiempo.
  • El horario debe respetarse. Es cierto que debemos ser flexibles con el tiempo y no agobiarnos cuando se modifica, pero no podemos dejar que el horario dependa, por ejemplo, de nuestro estado de ánimo. Si solemos acompañar a los niños a la cama en torno a las nueve y hoy estamos muy cansados porque hemos tenido un día duro, no podemos cogerles sin más y meterles en la cama una hora antes; ni permitirles que se queden hasta las diez porque hoy nos apetece jugar con ellos. Si les «enseñas» que el horario se puede cambiar porque sí, entonces ellos también «exigirán» esos cambios cuando les apetezca.
  • Es importante que el horario esté consensuado y sea respetado por todos. Los niños deben aprender que determinadas cosas se hacen independientemente del adulto que esté con ellos.
  • Anticipa a los niños el cambio de actividad. El horario es una ayuda siempre que no funcione a toque de corneta. Es necesario que el niño conozca con un mínimo de antelación lo que va a suceder después. Ten en cuenta que tu hijo pequeño no entiende ni de horas ni de relojes y que eres tú quien va poniendo ese conocimiento con las rutinas.
  • Intenta que el horario incluya un tiempo para ti y para tu pareja. Seguramente te parece imposible; a veces no se cuenta con suficiente ayuda y las demandas de los niños son muchas. Pero si hay un tiempo organizado en el que tu pareja juega con tu hijo, a lo mejor puedes ponerte a leer un rato o hacer algo que te apetezca. Y si podéis tener un rato después de acostar a los niños para charlar y estar juntos, pues mucho mejor.

 BIBLIOGRAFÍA
Martínez Martín, Mº.A. y col. Todo sobre el TDAH. Guía para la vida diaria. Editorial Altaria (2013).
Giménez,M. Los niños vienen sin manual de instrucciones. Editorial Aguilar (2006)

Que hacer para que los niños hiperactivos no les cueste salir de casa para ir al colegio


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Una de las situaciones complejas dentro de las rutinas diarias con los niños hiperactivos surge por las mañanas antes de ir al colegio. Basándonos en una de las dificultades propias del TDA-H ( la disfunción ejecutiva).

Esta situación requiere un alto grado de funcionamiento ejecutivo, un tiempo limitado donde es necesario estar muy pendiente del tiempo, hay que realizar varias actividades que necesitan un alto grado de estructura, organización y secuenciación: preparar la mochila, asearse, vestirse, recoger el cuarto, desayunar, etc. No hay cabida para las distracciones puesto que para vestirse es importante ponerse las prendas en un orden determinado y no olvidarse ninguna y además realizarlo a un ritmo adecuado. Las tareas de aseo son varias, hay que hacerlas en un orden cada una de ellas, secuenciadas de una determinada manera, etc. Por lo que todas estas actividades suponen un reto para muchos padres con niños hiperactivos.
Cuando hablamos de rutinas y hábitos hablamos de automatización de conductas, los niños hiperactivos tienen mucha dificultad para automatizar las conductas, y eso tiene que ver con el retraso en el desarrollo del lenguaje interno.

Responsabilidades en el hogar: un reto para niños hiperactivos


cocinando.jpgEducar es ayudar a la persona a alcanzar la capacidad de ser independiente, de valerse por sí misma, de tomar decisiones, de hacer uso de la libertad desde el conocimiento de sus posibilidades, y esto no se improvisa: es un proceso largo y costoso, que se inicia en la familia y tiene su continuidad en la escuela y otros ambientes sociales.
La responsabilidad es la capacidad de asumir las consecuencias de las acciones y decisiones buscando el bien propio junto al de los demás. Los niños deben aprender a aceptar las consecuencias de lo que hacen, piensan o deciden. Nadie nace responsable. La responsabilidad se va adquiriendo, por imitación del adulto y por la aprobación social, que le sirve al niño de refuerzo.

El niño siente satisfacción cuando actúa responsablemente y recibe aprobación social, que a su vez favorece su autoestima. Educar en la responsabilidad no es tarea fácil. Se consigue solo mediante el esfuerzo diario de padres y educadores, pero la recompensa es grande: educar adultos responsables. Las actividades del hogar son importantes ya que permiten preparar al niño, no sólo en los aspectos sociales, sino también como una preparación previa de las responsabilidades, adaptaciones y exigencias de la inserción laboral.
¿Cómo ayudar al niño en casa a ser más responsable?
Asumir responsabilidades ayuda al crecimiento individual de la persona y a su relación  con otros. Mientras el niño aprende los beneficios de adquirir orden y organización como resultado de la asimilación del concepto "cooperación", también aprende a verse a sí mismo como una persona capaz de contribuir a otras personas. La mejor manera de crecer en esta área es a través de un desarrollo sistematizado, en el cual el niño logra sentirse útil y necesitado desde muy temprana edad, con la expectativa de volverse independiente y más seguro de sí mismo con el paso del tiempo.
1.Motívale
Las actividades de la vida diaria desde edades tempranas, es uno de los retos que a la mayoría de los padres y madres de familias aún les es difícil lograr. Una de las formas más eficaces para lograr que el niño alcance su independencia es motivarle, teniendo en cuenta siempre sus limitaciones y necesidades, pero siempre haciéndole sentir que él es una persona responsable que forma parte de la familia y que por tanto una de sus funciones es cooperar como uno más.
2.Refuérzale
Es muy importante  que a los niños no se les limite su participación en las actividades del hogar y hagamos de estas actividades un recurso de entrenamiento, decidle que su ayuda es importante y valiosa, de esta forma se estimula y eleva su autoestima y creatividad en otras actividades. Felicitadlo por sus logros, lo que permitirá una continuidad y un mejor desenvolvimiento en sus actividades diarias.
3.Estimúlalo
Debemos estimular sus intereses para que se involucre de manera espontánea y  voluntaria. Fomentad el diálogo respecto a las actividades que desea desarrollar y tened en cuenta tanto su edad como sus limitaciones (asignadle tareas de acuerdo a su edad). Todas las tareas domésticas en las que se disponga a colaborar, permitidle que las realice, esto le ayuda a despertar interés de cooperación.
4.Permítele cooperar
En las actividades que se realicen en el hogar, permitidle que en ocasiones tome parte de la organización de las mismas, esto le brinda un sentido de liderazgo para enfrentarse a la toma de decisiones y formar parte de grupos de trabajo. Así mismo le ayuda a desarrollar sus habilidades sociales y/o de comunicación.
Guía por edades para la exigencia de responsabilidades
No es fácil saber qué se puede exigir a un niño o hasta dónde es capaz de actuar de un modo responsable y adecuado a su edad pero, teniendo en cuenta las distintas etapas de su desarrollo, podemos señalar los siguientes niveles de capacidad:
Entre 2 y 3 años
Puede hacer algunas tareas bajo el control del adulto. Todavía no comprende lo que hace bien o mal y obra de acuerdo a mandatos y prohibiciones porque no posee autocontrol. Colabora con el adulto en ordenar y guardar sus zapatillas, su pijama, regar las flores y hacer algunas tareas concretas como poner y recoger las servilletas, etc.
Entre 3 y 4 años
Observa la conducta del adulto y la imita. Actúa en función del premio o el castigo. Ya va siendo capaz de controlarse y de tener orden en sus cosas. Colabora en guardar juguetes y los debe recoger. Puede poner algunas cosas fáciles en la mesa como el plato y los cubiertos, etc. Se desnuda solo y se viste con ayuda. Aprende a compartir las cosas y a esperar su turno. Muestra interés creciente por jugar con otros niños.
Entre 4 y 5 años
Sigue observando e imitando al adulto. Necesita que le guíen pero tiene deseos de agradar y servir y por eso suele tener iniciativas responsables como vestirse, recoger sus juguetes, controlarse en un espectáculo, etc. Ya puede dársele alguna responsabilidad: poner la mesa, ocuparse de algún recado dentro del entorno familiar. Puede cuidar a hermanos pequeños durante algún rato, estando un adulto cerca. Debe dejar ordenados los objetos que usa. Es bastante autónomo en la comida y en su cuidado personal se calza, se lava y va al baño solo.
Acepta los turnos en el juego, aunque no siempre los respeta. Suele asociarse con dos o tres niños para jugar y entabla las primeras amistades.
Entre 5 y 6 años
Ya ha aprendido bastantes conductas y, aunque necesita que la persona adulta le diga lo que debe o no debe hacer, conviene presentarle dos opciones, para que elija. Puede ser responsable de tareas domésticas sencillas: limpiar el polvo, recoger la mesa, preparar su ropa para vestirse, buscar lo que necesita para una actividad concreta. No hay que olvidar que el niño sigue imitando y que es exigente en la aplicación de la norma para todos. Le agrada ayudar y cumplir encargos y recados sin cruzar la calle o pasar por lugares peligrosos.
Juega en grupos de tres o más y sigue reglas sencillas. Intenta ser autónomo y puede rebelarse frente a las presiones de los adultos en asuntos como disciplina, autoridad y normas sociales. A partir de los cinco años comienza a despertar la intencionalidad, asimila algunas normas y se comporta de acuerdo con ellas.
Entre 6 y 7 años
Con control y ayuda para evitar descuidos involuntarios, puede y debe prepararse los materiales para realizar una actividad. Comienza a ser capaz de controlarse en desplazamientos muy conocidos y próximos tales como el colegio, la casa de amigos que vivan en el mismo bloque de viviendas, casa de algunos familiares, etc. Puede disponer de algún dinero semanal y aprender a administrarlo, sabiendo que, si lo gasta, deberá esperar a la semana siguiente para recibir una nueva paga. Todavía se guía por las normas y hábitos del adulto: identifica el bien con lo mandado y el mal con lo prohibido o lo que enfada al adulto.
Cumple las órdenes al pie de la letra, generalmente hasta los ocho años. Puede controlar sus gastos con más facilidad. Tiende a formar grupos de relación con compañeros del mismo sexo. Aprende costumbres sociales relacionadas con el saludo, la despedida, el agradecimiento, etc. Actúa de forma responsable si se le ofrecen oportunidades para ello. Tiene el deseo de ser bueno y, si no lo es, culpa a los demás o a las circunstancias porque no soporta que le consideren malo. Va adquiriendo la noción de justicia y comprende las normas morales mediante ejemplos concretos.
A los 8 años
Comienza a adquirir autonomía personal y puede controlar sus impulsos, en función de sus intenciones. Le atrae el juego colectivo y coopera en grupo. Es capaz de organizarse en la distribución del tiempo, del dinero y de los juegos. Todavía precisa alguna supervisión. Pueden dársele responsabilidades diarias: preparar el desayuno, bañarse, acudir solo al colegio, etc. Empieza a distinguir la voluntad del adulto de la norma y es consecuente en su conducta. Sabe cuándo y cómo debe obrar en situaciones habituales de su vida. La actuación de las personas adultas es decisiva, dado que si persiste una presión autoritaria el niño se hace dependiente, sumiso y falto de iniciativa. Si, por el contrario, se obra de forma permisiva, el niño se convertirá en una persona caprichosa e irresponsable. Así pues, se hace imprescindible una actitud que favorezca la iniciativa y mantenga la exigencia.
BIBLIOGRAFÍA
¿Cómo ayudar a mi hijo en casa?. Instituto para el desarrollo y la innovación de la educación inclusiva IDIE (2009)
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Modelos comunicativos en padres de niños hiperactivos


Si%20gritas%20no%20te%20escucho.jpgUno de los mayores deseos de los padres con niños afectados de TDA-H es conocer bien a sus hijos, compartir con ellos sus preocupaciones, sus ilusiones, y lograr que se establezca una confianza mutua que facilite el diálogo. Una condición indispensable para que esto ocurra es que haya una buena comunicación y que se pueda hablar, discutir y opinar sobre cualquier tema.
La comunicación es el principal mecanismo de interacción para los seres humanos. A través de ella se conocen y negocian los espacios en la vida cotidiana, al igual que se entregan o vivencian las creencias, las costumbres y los estilos de vida propios de cada familia, comunidad o espacio social al que se pertenece. (V. Satir, 1991). Cuando un niño llega al mundo, la comunicación se presenta como el factor determinante en las relaciones que establecerá con los demás, y lo que sucederá con cada una de ellas a lo largo de su vida. En este sentido, la comunicación familiar será para el niño el primero y más importante espacio para el aprendizaje de estrategias de relación con su entorno. Además, las relaciones familiares positivas son al mismo tiempo una importante fuente de recursos psicosociales que facilitan, a su vez, procesos adaptativos en el niño y en el adolescente.
Para transmitir adecuadamente un mensaje debe haber además un código común al emisor y al receptor. El código puede ser verbal, si la comunicación se realiza a través de lo que decimos o escribimos o no verbal, si la comunicación se lleva a cabo mediante la expresión facial, gestos, actitudes, posturas corporales, tonos de voz y/o miradas, que producimos al relacionarnos con los otros.
La comunicación verbal que cada día (y en ocasiones cada noche) establecen los padres con sus hijos pone en evidencia una filosofía educativa, consciente o involuntaria, de la que se deriva toda una serie de consecuencias en el  aprendizaje y la formación de la personalidad.  Son los llamados estilos de comunicación que, aunque difíciles de encontrar en estado puro, dicen mucho acerca de la forma de relacionarse entre los distintos miembros de una misma familia.
Los estilos comunicativos
Los estilos de comunicación son el modo en que las personas nos intercambiamos información. El conjunto de elementos, verbales, gestuales y corporales que utilizamos, conforma un estilo específico de comunicación. Dentro de los estilos de comunicación, cabe destacar:
1.- El estilo pasivo o sumiso
Se caracteriza por una escasa o nula verbalización de lo que se piensa, de lo que se siente o de los comportamientos que nos molestan de los demás, evitando actuar por miedo a las consecuencias. Es común la utilización de estrategias poco claras e inseguras acompañadas de un lenguaje dubitativo, emitido con un volumen de voz extremadamente bajo, para abordar o resolver situaciones. La postura corporal asociada es tensa, retraída, y el espacio interpersonal desmesurado.
Es característico de aquellos padres que se muestran incapaces de hacer valer sus propuestas u opiniones ante sus hijos. Se sienten inseguros en su papel y deciden callarse, aguantar y ceder a la más mínima presión. Incluso a veces piensan que si imponen sus criterios pueden traumatizar al niño o llegar a ser rechazados ("no quiero ser la mala de la película y que después me odie"). Estos padres se sienten frustrados, ansiosos y con baja autoestima por no ser capaces de controlar la situación. En algunos casos esta pasividad explota en episodios de cólera (enfado, gritos?) que posteriormente provocan nuevos e intensos sentimientos de culpa. Los hijos en este caso se pueden sentir superiores, ya que controlan a sus padres como si fueran marionetas; pero también culpables y en cierta manera desprotegidos por la ausencia de referencias, de límites y de autoridad.
2.- El estilo agresivo o impositivo
El afrontamiento de las situaciones es directo, brusco y poco respetuoso, provocando malestar emocional en los interlocutores y deteriorando la relación con ellos. El lenguaje suele ser impositivo, cargado de órdenes e interrupciones en el discurso de los demás, con elevado volumen de voz, gestos amenazantes y postura corporal tendente a invadir el espacio de la otra persona. La comunicación es unidireccional padres-hijos, y la ausencia de diálogo es la práctica habitual.
Suelen imponer sus criterios sin tener en cuenta la opinión de los hijos. Su discurso está lleno de advertencias, amenazas y obligaciones. Es frecuente la pérdida de control que da lugar a una discusión a gritos o incluso al empleo de la violencia física. Estos padres se sienten desautorizados, ya que solo pueden conseguir el control absoluto de los niños cuando son muy pequeños; pero las discusiones y los conflictos van en aumento a lo largo de los años. Los hijos en este estilo parental se sienten rechazados, humillados y poco valorados. Son niños inhibidos, resentidos y hostiles. En la adolescencia surge el deseo de transgredir las normas como forma de desafiar una autoridad que consideran injusta.
3.- Estilo asertivo o dialogante
Implica expresar lo que se quiere, lo que se desea, y lo que se espera del otro, de modo directo, claro y respetuoso. Cuando utilizamos este estilo de comunicación con nuestros hijos y les hacemos partícipes de lo que pensamos, de cómo nos sentimos, o de cómo nos gustaría que se comportaran, de un modo claro y respetuoso, estamos contribuyendo a mejorar su autoconcepto, a elevar su autoestima y a establecer una relación más cercana con ellos. La comunicación es abierta y bidireccional padres/hijos, con frecuentes negociaciones y consecución de acuerdos. En las relaciones asertivas existe un diálogo fluido, una permanente comunicación bidireccional entre padres e hijos. Se reconocen tanto los derechos como los deberes de todos los miembros de la familia. Las ideas se defienden, las opiniones se razonan y las normas se argumentan sin necesidad de recurrir a los gritos ni a la pérdida de control. Los padres en este estilo educativo se sienten satisfechos, relajados y con auto-control. No imponen sus criterios de forma autoritaria, pero son ellos los que mandan y los que establecen los límites. Los padres tienen en cuenta la opinión de los hijos, peros ellos deciden. A su vez, en este modelo, los hijos se sienten apreciados, valorados y respetados. Son niños con una adecuada autoestima, equilibrados y estables emocionalmente que a su vez son capaces de establecer relaciones sociales positivas y enriquecedoras.
Expresiones típicas y mensajes enviados
Desesperación y derrotismo: "Estoy harto", "Tu habitación está hecha una pocilga", "Te he dicho mil veces que la recojas", "Mira, haz lo que te dé la gana. Yo ya paso". Son expresiones que por lo general se repiten una y otra vez y se quedan en un simple desahogo sin introducir propuestas ni soluciones. Ante estas reacciones, los niños saben que las cosas van a seguir como están, solo deben esperar a que pase el chaparrón.
Desautorización: "Tu padre es un desgraciado, ni siquiera te ha llamado por tu cumpleaños". "Este profesor te tiene manía". "A ver cómo lo arreglas tú, que eres su padre y te crees tan listo". Desautorizar a uno de los progenitores o a un docente es un error, es una manera de sacarle referentes al menor y de hacerlo sentirse desorientado en el ambiente familiar o escolar.
Exageración: "Perfecto". "Qué bien lo haces todo". "Eres el mejor". Estas expresiones se pueden utilizar con la intención de dar ánimos, pero es mejor concretar lo que hace bien y evitar fomentar la competitividad.
Generalización: "Nunca nos obedeces, siempre nos llevas la contraria". No puede ser verdad que nunca obedezca ni que haga siempre todo mal. Es mejor reconocer lo que hace bien y concretarle lo que puede hacer mejor.
Expectativas negativas: "Vas a suspender". "El día de mañana vas a ser un inútil". El peso de la expectativa del fracaso puede terminar en desmotivación. Y las frases proféticas suelen quedar grabadas en la mente y pasar a formar parte del autoconcepto. Es mejor formular estas ideas en positivo: "Si te esfuerzas conseguirás aprobar todo".
Etiquetas: "Eres malo". "Qué maleducado eres". Son frases en las que se utiliza el verbo "ser" para calificar. En estos casos se transmite el mensaje de que el problema es algo inevitable, sin posibilidad de cambio. La diferencia entre decir "eres malo" y "te estás portando mal" es evidente.
La comunicación verbal nunca debe ser interpretada fuera de contexto (sin tener en cuenta la información no verbal, el tono de voz, la situación) pero estos ejemplos pueden servir para reflexionar sobre el poder de las palabras y para reflexionar sobre las ventajas de utilizar el estilo asertivo o dialogante con nuestros hijos.

BIBLIOGRAFÍA
Comunicación. Guía para familias". Servicio de Orientación Instituto de Salud (Madrid). "Programa Prensa-Escuela.-La voz de Galicia. Relación entre padres e hijos.
Escuela de Padres Colegio Europeo Almazán. "Comunicación eficaz con los hijos". Departamento de Orientación Psicopedagógica
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La comunicación en el aula para profesores de niños hiperactivos

maestra-y-alumno.jpgLa convivencia fluida, respetuosa y colaborativa en el aula es imprescindible para que los procesos de enseñanza-aprendizaje tengan lugar. Por ello, gestionar la clase de forma que se viva un clima de convivencia fructífera para todos, es tarea continua del profesor, lo que exige de éste la mayoría de sus fuerzas.  Los profesores con alumnos con TDA-H necesitan una serie de aptitudes que no siempre son fáciles de encontrar. El profesor ha de ser la persona que sirva de ayuda y puente para que el alumno alcance su propio aprendizaje. Además, ha de ser un buen conocedor de las técnicas de modificación de conducta, elogiando y recompensando a los alumnos cuando es necesario y aplicando las consecuencias cuando una vez marcados los límites, éstos se han sobrepasado. Las normas de convivencia vienen recogidas en el Reglamento de Régimen Interior de cada centro y en nuestra comunidad autónoma en el decreto 53/2009, de 25 de junio, que regula la convivencia escolar y los derechos y deberes de la comunidad educativa en la Comunidad Autónoma de Cantabria, donde se concretan los deberes de los alumnos y sus correcciones correspondientes.
El principio "no hagas conmigo lo que no quieras que yo haga contigo" resume la llamada "filosofía de la reciprocidad o del respeto mutuo", que es la que parte de la base de que todas las personas tienen los mismos derechos y obligaciones. Este principio, aplicado a las relaciones que se establecen en el aula, supone que el profesorado está obligado a tratar con respeto a cada uno de sus alumnos. Pero también implica que debe exigir esos mismos derechos hacia su propia persona y hacia los demás estudiantes que forman parte de la clase. Al igual que en las relaciones padres-hijos, en el aula también deben existir los límites, esas líneas imaginarias que separan las conductas aceptables de las inadmisibles.
Estas normas deben establecerse a principio de curso y mantenerse hasta el final. El paso de los meses, de forma inevitable, las va relajando, sobre todo cuando se producen algunos cambios inesperados como la sustitución de un profesor o la incorporación de un alumno conflictivo. Pero, en todo caso, es importante hacer un esfuerzo por mantener estos límites lo más estables posibles.
Características de las normas
Las normas de clase deben ser pocas, claras y flexibles para que se cumplan. Dichas normas deben cumplir el criterio de efectividad, es decir, deben evitar y resolver problemas. Las hay de dos tipos:
1.- Normas explícitas: Son las que están redactadas por escrito y regulan la convivencia. Su efectividad depende de que sean pocas, claras, flexibles y de que se cumplan. Si una norma de este tipo se incumple de forma sistemática, se convierte en otra de signo contrario. Por ejemplo, si a pesar de que una regla dice que "hay que ser puntual", se consiente la impuntualidad, acaba transformándose en "se acepta llega tarde". Si no se puede hacer cumplir, es mejor eliminarla.
2.- Normas implícitas: Son aquellas que, aunque no están redactadas en ninguna parte, se cumplen por costumbre, rutina o por conductas de tanteo por parte de los alumnos. Cambian con cada profesor y acaban formando un determinado clima en la clase (se permite hablar, hacer algún chiste, salir al baño o todo lo contrario?)
Las normas de convivencia  y los derechos y deberes del alumnado
Es importante que los profesores y alumnos se entiendan desde el primer día. Es por eso que el profesor puede empezar repasando la lista de derechos y deberes en la hora de tutoría. Tampoco hay que olvidarse de echar un vistazo a las normas de convivencia de cada centro, más que nada para que luego nadie se escude en el consabido "es que yo no sabía?"
Conocimiento de los derechos
1. Todos los alumnos tienen los mismos derechos y deberes, sin más distinciones que las derivadas de su edad y del nivel que estén cursando.
2. Son derechos de los alumnos, entre otros:
a. Recibir una formación integral y una orientación escolar y profesional.
b. Disponer en el instituto de un ambiente de trabajo que favorezca un clima positivo de convivencia y aprovechamiento del tiempo.
c. Disfrutar de un normal desarrollo de las actividades educativas, garantizado por los profesores mediante el ejercicio de su autoridad.
d. Ser respetados en su intimidad, identidad, integridad y dignidad personal.
e. Desarrollar su actividad educativa en unas condiciones de seguridad e higiene adecuadas.
f. Estar protegidos contra toda agresión física o moral.
g. Ser evaluados objetivamente y recibir aclaraciones sobre su rendimiento escolar.
h. Ser respetados en sus convicciones religiosas y morales.
i. Participar en el funcionamiento y en la vida del centro.
j. Disponer de libertad de expresión, sin perjuicio de los derechos de todos los miembros de la comunidad educativa y del respeto que merecen las personas y las instituciones.
Conocimiento de los deberes
Son deberes de los alumnos, entre otros:
a. Estudiar y respetar el derecho al estudio de sus compañeros.
b. Asistir a clase con puntualidad, provistos del material necesario para participar en las actividades de clase.
c. Participar en las actividades formativas previstas y, especialmente, en las actividades escolares y complementarias.
d. Respetar a los profesores y reconocer su autoridad.
e. Seguir las orientaciones de los profesores sobre su aprendizaje y formación.
f. Participar en la creación de un clima en el centro que fomente el estudio, la curiosidad, la creatividad, la participación, el espíritu crítico y constructivo, el respeto, el compañerismo.
g. Respetar a todos los miembros de la comunidad educativa: sus convicciones, su integridad, su dignidad, sus bienes, etc.
h. Cumplir las normas de organización y funcionamiento del centro y colaborar de forma activa en la mejora de la convivencia en el centro.
i. Colaborar en la consecución de unos hábitos higiénicos y saludables.
j. Conservar y hacer buen uso de las instalaciones y materiales del centro y reponerlos en el caso de deterioro por uso incorrecto.
k. Mantener las mismas conductas y actitudes exigidas en el instituto cuando se realizan visitas, excursiones o cualquier otra actividad desarrollada por el centro fuera del recinto escolar.
La exigencia del cumplimiento de normas va a depender del estilo de comunicación que establezca cada profesor en el aula. Podemos hablar de tres estilos de docencia:
1.- Características del estilo autoritario
- Los límites son estrictos
- Existe una preocupación excesiva por el orden y el cumplimiento de la normativa.
- Se intentan controlar todas las conductas.
- El profesor actúa de policía.
- La relación profesor-alumno está basada en la obediencia y en el temor al castigo.
- No hay una relación afectuosa ni empática entre el profesor y los estudiantes.
- El cumplimiento exhaustivo de las normas se convierte en el objetivo prioritario del profesor, aún a costa del aprendizaje del alumnado.
2.- Características del estilo permisivo
- Los límites son blandos.
- Existe una incapacidad o desinterés para mantener el orden de la clase.
- Apenas se regulan las conductas.
- Los límites brillan por su ausencia: los alumnos problemáticos toman el poder.
- Las relaciones se basan en el colegueo.
- Las faltas de respeto al profesor y a los compañeros son frecuentes.
- Las normas se incumplen o, simplemente, no existen.
3.- Características del estilo democrático-directivo
- Los límites son razonables.
- El orden está al servicio del aprendizaje.
- Se regulan sólo las conductas significativas.
- La relación profesor-alumnado está basada en la reciprocidad, el respeto y la empatía.
- Hay un clima afectuoso y de respeto mutuo.
- Las normas se cumplen de forma sistemática.
Este último estilo es el que proporciona un clima de clase más relajado, con mejor rendimiento académico y mayor ambiente de satisfacción. Y es el que se resume en "no me hables como no quieres que yo te hable". "respétame si quieres que yo te respete", "sé correcto conmigo y lo seré contigo"?

BIBLIOGRAFÍA
Casajus Lacosta, A. M. " Didáctica escolar para alumnos con TDAH" Etitorial Horsori (2009).
Nieto, J.M. "Cómo evitar el estrés docente" Editorial CCS (2006).
Comunicación. Guía para familias". Servicio de Orientación Instituto de Salud (Madrid). "Programa Prensa-Escuela.-La voz de Galicia. Las normas de convivencia.