Aplicar las normas
Las normas tienen que ser claras y estables. Es mejor que estas se aplique siempre en el mismo momento del día. Por ejemplo, el niño tiene que saber que tiene que estudiar todos los días de 6 a 7 h, esto tendrá que cumplirse y si no llevará sus consecuencias, sin estar éstas influidas por el estado de ánimo de los padres.
Las normas han de ser realistas. Es más importante ponerse pequeñas metas e irlas cumpliendo poco a poco, que no una muy alta y cumplir sólo la mitad.
Tener presente que las normas deben ser independientes las unas de las otras. Si por poner la mesa le hemos premiado con jugar con él, pero por el camino rompe un jarrón, iremos a jugar con él de igual manera, aplicándole otra consecuencia por la rotura del jarrón.
Las normas tienen que ponerse de una en una. De esta forma ellos se van a enterar mejor y, además, será más sencillo reconocérselo. Por ejemplo, si le pides que recoja los zapatos y lo hace, puedes reforzarle por ello. Pero si se le pides que recoja los zapatos, la ropa, que haga la cama? y hace todo menos la cama; no podrás reforzarle con lo que le habías prometido porque no ha hecho todo lo que tenía que hacer.
Decidir las consecuencias
Las consecuencias podrán ser positivas si cumplen las normas y negativas si incumplen las mismas. Aunque debemos tener presente que las positivas funcionan mejor que las negativas.
Es muy importante que las consecuencias sean inmediatas, lo cual no significa que sean instantáneas, así el niño puede asociar mejor conducta-consecuencia. Además, tienen que ser adaptadas a la importancia de la norma. La consecuencia no puede ser la misma si la conducta es por ejemplo, no acabarse toda la comida que si se le descubre en una mentira.
Si un día se salta la norma, se aplicarán las consecuencias oportunas y la norma continuará al día siguiente.
No olvidar
Podríamos dividir los límites de las normas en tres tipos:
No olvidar que cada casa y cada familia es un mundo, con gustos o tendencias más o menos diferentes y que los límites de las normas pueden ser igualmente más o menos estrictos. Hay familias para las que un peercing o un tatuaje pueden ser un trauma y para otras un orgullo; las formas de vestirse, de relacionarse, etc.
Lo que tampoco debemos olvidar es que para todos hay unas normas de convivencia mínimas y que para una familia con un afectado de TDAH en su seno supondrá un mayor esfuerzo mantenerlas, pero nunca imposible.
FUENTE: FUNDACION CADAH
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